Una imperfecta historia sobre el perfeccionismo
- Andrea Zambrano
- 30 may 2021
- 2 Min. de lectura
Te cuento por qué ser perfecto no es tan bueno como crees
Estoy tratando de escribir esto desde octubre del 2020. Lo retomé 4 meses después, los últimos días de febrero. Escribí un párrafo, me gustó y lo dejé reposar por 10 días porque estaba evitando enfrentarme a él de nuevo. No era el párrafo perfecto para comenzar esta historia. Así que por supuesto, la única forma de comenzar a escribir esto es contando lo difícil que ha sido sentarme a escribir sobre lo mal que está el perfeccionismo, mientras lucho activamente con él.

“La eterna búsqueda que se convierte en una excusa. ¿Es suficiente? ¿Estoy lista?
Son cosas que descubres solo cuando bajas la lupa de la perfección”.
Esto fue lo que escribí la primera vez que vi el perfeccionismo como una sombra en mi vida y no como algo que admirar. Muchas veces usamos la palabra tan a la ligera que no nos damos cuenta del daño que puede hacer en nosotros. El perfeccionismo no es un cumplido; es inseguridad y autosabotaje en su máxima expresión. Es hacernos creer a nosotros mismos que podemos cumplir expectativas irreales, y caer en un hueco cuando no lo hacemos.
No sé cuándo tomé esta lupa de la perfección en mis manos y la puse sobre mí, pero desde entonces, siempre está conmigo. Ataca cuando reescribo 15 veces cualquier mensaje casual de WhatsApp antes de darle “enviar”. Ataca cuando rayo ocho páginas de la libreta con el mismo texto porque no me gusta ningún borrador. Ataca cuando pienso en hacer algo que nunca he hecho porque probablemente me saldrá mal… porque no será perfecto. Ataca siempre y sí, es agotador.
Por eso estoy escribiendo esto hoy: porque la única forma de romper el ciclo perfeccionista es ir contra él y tratar de silenciarlo por un rato. Lo perfecto es de mentira, por muy bonito o satisfactorio que se sienta, ¿cuál es el verdadero precio a pagar por hacer algo perfecto? ¿tu creatividad? ¿tu paz mental? pierdes muchísimo por unos segundos de logro que no volverás a sentir en un buen tiempo, porque vas a querer más y más… y cada vez serán expectativas más irreales.
¡Muy importante! Con esto que te digo no estoy trayendo a la mesa el conformismo. Cuando eres una persona perfeccionista, muchas veces lo que ves como “just okay” o “decente” termina siendo algo increíble, solo que te juzgas tan fuerte que no eres capaz de verlo. Hace unos meses me encontré con la regla del 70% en YouTube, donde explicaban que si pasabas por estas autocríticas, apuntaras a hacer las cosas 70% bien, no 100%, porque tu crítica del 100% es un punto que nunca podrás satisfacer por completo.
Acéptate como un creador humano, no como una máquina. Es absurdamente difícil sacar las ideas de la gaveta que tu mente ya etiquetó como que “no sirven” o “no funcionarán”, pero la verdad es que nunca lo sabrás hasta que te lances a ellas. Poco a poco haz que la pasión sea más grande que la perfección!
Te mando un abrazo imperfecto,
Andy.
Comentarios